15 Tipos de Actividades para tu Clase de Instrumento
Calentar, estudio, pieza, calentar, estudio, pieza, calentar…
A lo mejor recurres siempre a la «Santísima Trinidad» en la estructura de tu clase. Lo más probable es que no sea así, que incluyas otro tipo de trabajos muy interesantes. Espero acertar con alguno de ellos, o con muchos, en la siguiente lista:
- Hablar con el alumnado. Parece una obviedad, pero es muy probable que te haya pasado -como profe o como alumno- comenzar la clase con un «hola qué tal, ¿qué traes hoy preparado?» Así, la verdad, es difícil llegar a empatizar con nadie.
- Escuchar música. Se puede comentar, bailar, dibujar, o simplemente sentarse y relajarse unos minutos con su escucha. Es triste decirlo, pero una buena parte del alumnado de conservatorio apenas escucha música en su día a día.
- Improvisar. Ofrecer al alumnado recursos y oportunidades para expresarse con su música. La improvisación mejora nuestra atención a la sonoridad del conjunto, al sentido del discurso, y en la gran mayoría de las ocasiones también nos exigirá un conocimiento profundo de las armonías, ritmos y estructura de la pieza.
- Memorizar pequeños fragmentos, o piezas completas. Memorizar una pieza implica haberla interiorizado de un modo u otro.
- Transcribir. Es la forma de aprendizaje más utilizada entre los músicos populares. En general es poco trabajada en el mundo académico, pese a ser una de las mejores estrategias para interiorizar estilos y maneras.
- Componer. Con respecto a la improvisación, la composición nos ofrece la oportunidad de trabajar en profundidad el material que queremos ofrecer. Mejoraremos el dominio estructural, fraseológico, tímbrico, armónico…
- Arreglar, nos ayudará a tener la capacidad de adaptar cualquier música a nuestras necesidades. Además, es muy motivador poder tocar piezas que nos gustan mucho pero que no pertenecen a nuestro repertorio.
- Dirigir. Hacer que otras personas expresen una idea musical propia requiere un gran dominio de nuestro lenguaje corporal. Mejoraremos nuestra expresión y la comprensión de la música que dirigimos.
- Analizar, no sólo las partituras. También podemos analizar nuestro progreso, la idoneidad de un ejercicio propuesto, o cualquier otro aspecto que nos interese.
- Conocer. Se pueden conocer muchas cosas, podemos conocernos a nosotros mismos, podemos conocer el contexto histórico de una pieza, o las propiedades acústicas de nuestro instrumento por ejemplo.
- Tocar piezas de repertorio, estudios, solos de orquesta… Este es un tipo de actividad bien conocido, ¿verdad?
- Leer a vista. Es un verdadero placer que solemos dejar de lado. El trabajo de la lectura a vista implica dominio de las distintas fórmulas rítmicas y melódicas, además de la capacidad de atención inmediata al resto de elementos musicales. El trabajo previo a la lectura es tan importante como la misma.
- Enseñar, o más bien practicar la enseñanza. Ponernos en el sitio del profe, cómo podemos ayudar a alguien a disfrutar aprendiendo música.
- Hacer cañas. Es una actividad más, aunque para mí no tiene que ser ni mucho menos una de las principales. Para gustos, colores.
- Cuidar el instrumento. Aprender a limpiarlo bien, cuidar los oídos, a ajustarlo y, en general, a realizar un buen mantenimiento del mismo y de las cañas.