
Adagio (de la Segunda Sinfonía) – L. v. Beethoven
En la Viena de 1803, cuando una audiencia acostumbrada a los trabajos sinfónicos de Mozart y Haydn escuchó esta sinfonía no pudo sino sentirse de algún modo confundida, sorprendida, o incluso abrumada. Hoy, conociendo composiciones posteriores como la Heroica, la quinta o la novena sinfonías nos parece exagerado este comentario, pero en la época se percibió como «algo colosal y de gran poder, difícil para la orquesta, con ideas extrañas conectadas entre sí, a veces muy originales».
Beethoven compuso su segunda sinfonía en un momento difícil de su vida. Se hizo patente la imposibilidad de curar su sordera, lo cual le llevó a un estado de gran depresión. En estos años escribió su famoso Testamento Heiligenstadt, una carta que nunca envió a sus hermanos en la que expresa sus pensamientos suicidas, que únicamente reprime por la necesidad de expresar todo el arte que lleva dentro.
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